La historia del vino es vastísima, y ha avanzado paralelamente a la historia de las sociedades que lo han producido y bebido; es mucho más que una bebida: cuenta con sus dioses, su mitología y hoy en día su realización y degustación se ha elevado casi a la categoría de ciencia. Lo que en todos estos siglos jamás varió, a pesar de los cambios de técnicas de producción alrededor del mundo, fue el efecto sobre el cuerpo luego de una ingesta abundante: la llamada "resaca", o "cruda". Hasta ahora: un grupo de científicos de la Universidad de Illinois han anunciado un hallazgo que alegrará la vida de los amantes del vino; ni más ni menos que un vino que no produce resaca.
Se han basado en técnicas quirúrgicas de manipulación genética para dar vida a una levadura nueva y mejor, con valores nutricionales mayores, y casi ninguno de los subproductos tóxicos que generan los dolores y el malestar posterior a la bebida. Es decir, están desarrollando en el laboratorio la técnica para controlar como nunca antes cada uno de los procesos de la fermentación, y por lo tanto cada una de las características del vino, hasta las más pequeñas, de modo tal que puedan potenciarse su olor, sabor y textura, y eliminarse, tal vez para siempre, su toxicidad.
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